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Alba

Aquel cajón

Ya no recuerdo con exactitud los detalles, formas y telas que hay dentro del segundo cajón.
Sí recuerdo los reflejos, los perfumes y claro, algunas historias de cuatro paredes.
Los tengo en dos colores, la mayoría en uno que remite a lo serio, pero no, va más allá.
Hace muchas noches que no me doy el tiempo de acomodarlos, por color, por forma, por razón.
El de hoy es negro, con un ligero encaje. Es digno del verano, que, si estuviera en otra latitud, sería perfecto para ir después a la playa.
¿Bajo qué lineamientos los puedo ordenar? O me lanzo al azar, a meter la mano el día que toque y que salga el primero en enredarse entre mis dedos.
El segundo cajón ya no se abre diario, no tanto porque se dejaron de usar, sino para que se guarden las historias que se quedaron en puntos suspensivos, los olores de aquellas noches de
lavanda y los días de té negro con bergamota.