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Constanza

Fronteras

Todos hemos estado alguna vez en la frontera o al menos nos hemos sentido ahí.  Una línea divisoria con rostros dibujándose de manera abrumadora cuando no encuentras un sello plasmado en un determinado papel divide siempre a las personas en dos bandos, en el que te mira de manera bondadosa pero consiente de las barreras o bien aquel rostro que sin filtros te indica que no hay y ni habrá remedio alguno.

Lo curioso de la frontera es que no la sentimos hasta que estamos ahí. No es necesaria una barda, un cerco, o una línea divisoria física para que se sientan sus efectos. Basta con una firma ausente, una banca donde se te indica esperar a que pase alguien por ti o bien, solamente dar un paso hacia atrás de la fila que se llena de ojos con sospecha para saber que la frase “Venga conmigo por acá” es definitiva.