Categorías
Constanza

Niño con cámara

Su rostro recuerda a las crías de agosto que comienzan a experimentar. El casi afro, la tez tersa, todo el cliché del que en edad amenaza a quitar el puesto a sus veteranos.

Pide café y fuma prematuramente, conoce a algunos de la reunión porque en los noventa compartió salón de kínder con algunos primos del anfitrión, dice su edad y se hace un silencio entre los invitados, pero la plática sigue sin reparar demás.

Así de joven es la criatura, pero el tema de su vida es la preocupación que carcome a los hombres adultos.

El niño vive enamorado del cuerpo de los hombres y de las mujeres y busca retratarlos todos. Lleva su cámara a la fiesta donde busca cada ángulo que tome por sorpresa a los invitados. El zarpazo lo da con lentitud, probando el temple de quien se deja retratar sorpresivamente. En sus fotos se escuchan risas, el líquido que se sirve en cada vaso, se percibe el olor a humo que acompaña las conversaciones en los sofás. 

Otro día algunos entramos al pasillo de revelado, una fiesta impresa pende del tendedero que todavía suelta agua. Nos reconocemos todos ahí y revivimos el momento. “Ahí es cuando…” “Acá es… ¿te acuerdas?”