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Alba

Tomar el sol

En tiempos de pandemia y en invierno, tomar el sol cobra todo un nuevo significado.

Es lo más cercano que tenemos a sentirnos en la alberca, en la playa, de fin de semana sin pendientes por terminar. 

Es un abrazo, al principio un poco incómodo, porque quema, pero después el cuerpo se acostumbra y nos entregamos a esa luz, ese apapacho que desconocíamos la falta que nos hacía.

Que te dé el sol, aunque sea en tus pies sin calcetines pachoncitos, que te dé el sol en el escote debajo de la camisa de leñador, que te dé el sol por la espalda mientras te tomas un café y recibes un cariño bonito.

Reemplazamos abrazos, besos por otras caricias, las de la espuma de un buen café, una video larga con una amiga, risas cómplices con quienes vivimos, vestir algo que nos hace sentir el cuerpo dentro del que vivimos, llamadas antes de dormir con un beso y un te quiero al final; pero nada como el sabor, el olor…el calor del otro.

Cinco, tres o un par de minutos, hay que hacerlo, sentir ese sol, esa quemazón que ya no tarda en llegar.

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