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Germán

Regreso al desierto

Cuando era un niño -desde los 8 años- tuve la fortuna de pasar muchas horas del verano jugando “al aire libre” a pesar de vivir siempe en medio de la cotidianidad citadina; algunos de los recuerdos más vívidos de mi infancia, resaltan aquellos días junto con mi hermano cuando solíamos pasar varias horas recorriendo las grandes acequias que rodeaban los campos algodoneros cerca de casa, en la parte posterior de la zona de Pradera Dorada, casi siempre acompañados de nuestra perrita husky -La Luba- y de una boxer que nos encargaron llamada -La Chata… De aquellas divertidas caminatas, lo mejor era pasar a través de muchas charcas de lodo, diferentes sembradios, un extenso lugar lleno de montañas de piedra pómez y la llamada “Laguna”, un lugar escondido -como lunar- en medio de un campo de cultivo, lleno del agua de riego, rodeado de árboles y donde había una incontable cantidad de sapos e insectos donde jugabamos con palos a las espadas y lanzabamos piedras a los charcos…el inminente “regreso” nunca era menos de aventurado que la “ida”, disfrutabamos ver a las perritas intentar alcanzar liebres que vivian en los campos aun sin cultivar mientras que a paso veloz continuabamos por el camino, nerviosos por el latente regaño de mamá, la mayoría de las veces por regresar tarde, llenos de lodo, con la ropa mojada y con las perras irreconocibles de sucias -una era toda blanca- … de aquella última vez habrán pasado al menos unos 30 años…

Hace algunos meses mi hermano y yo coincidimos en casa después de que ambos regresáramos a la ciudad tras vivir fuera por varios años…el reencuentro mereció hacer un pequeño “roadtrip” que yo ya tenia planeado para tomar unas fotografías a un desierto cercano, durante el trayecto bromeamos y recordamos viejas conversaciones, me hizo rememorar aquellas vivencias que atesoro con tanto afecto y la felicidad de tener una vida llena de estos momentos junto a mi hermano.