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Otro tipo de persona

Tener inflamado el pecho. Todo empieza con una leve incomodidad que llega con el aire ligeramente más frío, puede ser desde una ventana mal cerrada durante una lluviosa noche, el aire acondicionado que “no se le puede bajar” o la bebida que está un poco más fría y a la que el camarero no puede hacerle ya nada porque de lo contrario la bebida espumosa que ordenaste tendrías que cambiarla por un té.

Lo que hay que evitar a toda costa son los cambios bruscos del clima en un lugar específico del cuerpo: el pecho. Eso incluye escote, pies, y espalda cubiertos porque el frío entra por muchas partes del plexo solar e inflama todo. El frío puede empezar por los pies, pasa por los bronquios y garganta hasta dejarte en cama mínimo una semana entera. El asma te hace adquirir un tipo de personalidad especial y una pasa a ser la que usa calcetines gruesos con botas cerradas, playera térmica debajo de la blusa que culmina en una bufanda.

El asma es caprichosa, una combinación entre emociones mal calibradas que se convierten en ansiedad, o un alimento, mucha contaminación, y un leve resfriado es el desbalance perfecto para recomenzar un tratamiento en el que invertiste muchas inhalaciones de corticoides. ¿Cuándo y cómo desaparece el asma? 

Como todo está en el pecho, desaparece cuando el pecho deja de oprimir y eso puede tardar el tiempo en que deshilvanas emociones, tensiones y el frio que acumulaste dentro de los bronquios va cediendo. Pero a este temido mal hay un remedio infalible. En mi caso el asma desaparece frente al mar e incluso ahí tolera bebidas con hielos, cocos, cervezas y sueros a tal grado que nadie en un restaurante sospecharía que soy la que cambia el coctel por un té. Los lugares calurosos y húmedos son un escenario donde el inhalador se queda dentro de la bolsa durante días y como magia se abren paso las telas suaves, algodones, lino, sandalias abiertas dejando que uno se convierta en otro tipo de persona.

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Lo que la pandemia ha hecho de ti

Leo un texto sobre “Aquello que la pandemia ha hecho de nosotros” y refleja todo lo político que uno pudiera llegar a ser. Para muchos, leo en otras revistas, la pandemia son caminatas nocturnas, enterarse que serán padres, deshacerse de sus viajes en avión.

¿Qué ha hecho de mí?

Me pregunto a mí misma con la intensidad con la que algunos se lo hacen desde la política.

¿Qué he hecho de mí? Querré decir. Respondo a la pregunta que alguien entre silencios me hace en un chat.

Ayer fui una bicicleta con la que redescubrí que me gusta el viento a mucha velocidad y con música. Ritmos que no incluyen personas sólo a mí misma bailando con ruedas sobre calles repetidas bajo mis pies. Ya en la noche estoy postrada dialogando con mi cuerpo. ¿Qué he hecho de mí? Me pregunto sosteniendo un inhalador.

¿Conocen inquilinos que siempre cierran las ventanas ante la inminente ventisca y que ponen cruces de masking tape en los ventanales cuando se avecina el huracán?

Mis pulmones son los únicos que se niegan a responder a ese chat que me hace reaccionar subiéndome a la bici y que de regreso a casa se vuelve sesión de psicoanálisis entre amigas y a todas les pregunto lo mismo ¿qué hemos hecho cada una de nosotras en pandemia?