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Constanza

La vida en bici

Las que andamos como si la vida fuera completamente nuestra somos un espécimen extraño . En mi caso ríen cuando bajo y camino, pero cuando subo las piernas se llevan el espectáculo, cuando voy demasiado rápido se me quedan viendo. Apuesto a que las circunstancias de nuestro paso en bici deben cambiar.

En mi caso, cuando el semáforo está en siga, imagino, lo que sobresale es lo curioso que ando; una asmática en bici cuando tiene prisa va más bien paseando y carga su medio de transporte para cruzar Viaducto.

Hay una palabra que me perturba y que solamente se aparece cuando tomo la bici.

Y es que la palabra culo nos asusta. Pero para alguien que va en bici se convierte en algo aún más natural. Una bici, es más, debería de tener sus advertencias.

-Se te verá el trasero! Una frase seguramente pronunciada por la tía que bebe té con la abuela octogenaria debería venir en el ticket de compra.

Lo primero que se asoma es el bolsillo roto, el asiento remendado, la falta de una mochila que lo cubra. Lo que en realidad sucede es que el culo se pega al asiento y, además, ¡lo subes y lo bajas! la gente ve tu culo y tú ves el de ellos.

Es indignante que te lo vean, pero, vamos, uno no puede evitarlo.

Ya para cuando vas en el primer semáforo piensas en la palabra que lo nombra.

¿Cuántos nombres tiene?

¿Cómo se verá el mío?

¿Verán los dobleces de mis jeans o se indignarán por mis faldas shorts con los que engaño a todos en Insurgentes?