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Alba

El aire de otoño

Lorelai Gilmore me enseñó tanto de la cultura pop y particularmente a estar muy atenta a cuando llega, al menos en nuestras coordenadas: el otoño. 

Hay un capítulo que despierta a su pareja, para salir en medio de la noche a esperar esos minutos previos de cuando llega la primera nevada, porque –según ella– huele los copos de nieve que están por caer. 

Tengo ya un par de años que estoy atenta al viento, al aire, a ese frío que es distinto al fresco, porque es cierto, hay un instante que llega y me estremezco. A la señal de cambiar los rompevientos y los abrigos ligeros, por los gruesos y sacar los suéteres de poco a poco. 

También es el momento de abastecerse de té, de sacar las colchitas para leer entre la cama y los sillones, de despedirse del pan de muerto y esperar con ansias la Rosca de Reyes (de preferencia sin frutitas). Pero más que nada es el aviso que ya pronto será Navidad y en unas semanas estaremos corriendo, así que disfrutemos del primer surazo, como dicen en mi paraíso tropical.