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Constanza

Terapia

Como buena millennial voy a terapia. He pasado por consultorios que inundo desde la superficie más tangible con mi físico y luego mi voz.

Un saludo normal el “Hola buenas tardes” incomoda y provoca con la frase que le sigue de inmediato “¿Cómo estás?”

Una respuesta en el consultorio que deseamos se reprima de manera natural se responde sola. Con mini gestos, con el pasar de saliva y las primeras emociones complicadas, esas con las que uno convive en silencio y antes de dormir.

Como si no importara respondemos “Bien” y entonces comienza el juego. Un ir y venir de un par de palabras, no importa si bien hiladas o sueltas, dan para estarse ahí unos buenos minutos. Si nos va bien, las emociones surgen como una charla amena, se les da la vuelta con anécdotas, chistes o situaciones que desearíamos se presentaran en nuestra vida.

Cuando no, cuando las cosas se ponen difíciles dudamos de si en verdad deberíamos de decir lo que tenemos rondando en la mente por las noches, algo tan fácil como enunciarlo, pero tremendamente complicado de admitir.