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Constanza

La playa

Escucho música de playa en una ciudad que nunca la ha visto. Apuesto a que un gran número de personas de aquí no han estado nunca frente al mar. Pero eso no importa porque tenemos en cambio y muy a la mano, varias formas de creer que estamos frente a la costa. Una de ellas por ejemplo es la música, o, al menos eso creo mientras sentada en una escalinata del parque en el que me encuentro, un grupo de personas baila al ritmo de bachata. Hoy sábado decidí salir al parque a tomar el sol y a caminar. A lo lejos veo una dupla de chicos que se ha vuelto famosa en redes sociales por rodar en patinetas sin camisa. Le informo de mi hallazgo a uno de mis amigos por WhatsApp y me dispongo a seguir con mi investigación. Cruzo la explanada bajo el sol de invierno que aún pica y que, a la vez, deja asomar un poco de lo que traerá la primavera. Me siento en otra escalinata más cerca de los chicos y también más cerca del grupo de bailarines que ha pasado al reguetón. Cierro los ojos y al abrirlos decido sacar el libro que estoy leyendo con mi grupo de los jueves; una mujer de mi misma edad hace lo mismo dos escalinatas más a mi izquierda y me repito a mí misma que sí me podré concentrar. De pronto un señor de traje negro se sienta al lado mío y al puro estilo de Hombres de Negro se coloca unos lentes oscurísimos y se tumba sobre su espalda a mirar el cielo. Súbitamente recuerdo que mi objetivo era la famosa dupla de Tik Tok que busco disimuladamente desde mi asiento. La gente se mueve como hirviendo en la explanada de cemento, la música en ocasiones se acopla a los movimientos rápidos de quienes ruedan en patines, lanzan balones y pasean a sus perros. Ahí está, la dupla ha dejado de lado las patinetas y ahora practican yoga en calzoncillos tostándose a propósito bajo el sol. Dejo de lado mi libro, cierro los ojos y también cedo.