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Constanza Mazzotti

Que los objetos sobre una mesa de pronto ya no estén

[…] que las cosas de la cocina un día alguien las quite sin avisar, que de pronto tu ropa no amanezca en el armario porque todo desapareció, punto, no tienes ni zapatos ni lap top. Todo se lo comió el aire.

Es imposible imaginar la muerte de un ser querido hasta que sucede y lo vives en carne propia. 

No logro imaginar cómo se sienten las muertes que a diario ocurren con las que yo he sentido a nivel familiar por causas naturales.

¿Cómo es una muerte natural?

Los seguros de vida tienen su propia definición, algo que para los médicos sería impensable. 

Para los bancos, para las tarjetas de puntos de departamentales e incluso las tarjetas que uno tiene de las farmacias, el concepto de muerte natural es importante y varía mucho.

Para una mamá, para un hijo o un primo, las muertes son todo menos eso, naturales porque con las muertes la palabra natural se confunde con normal.

¿Qué es lo normal en las muertes? Desaparecer. Ya no estar. 

Imposible trasladar esa sensación de muerte al cuerpo físico. 

El desaparecer, el que abre golpes y caminos internos difíciles.

En mi caso la muerte no vino sola porque primero se anunció en eventos que sólo se pudieron ver hasta pasarla.

La sospecha de la muerte es como la sospecha de la ruptura, de la enfermedad, de que algo no va bien de que si no le pones atención se va a ir o a perder.

Nadie sospecha que un día las cosas de la cocina van a desaparecer. Sólo sospecharíamos si viéramos que un hoyo comienza a abrirse en el piso, que si no lo arreglamos, secamos, limpiamos, cambiamos las piezas de las tuberías, cables y cementos, la cocina se va.

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Alba Miranda

Enero de ajustes

Aún no me quito el gelish navideño, pero acabo de regalar mi ugly Christmas sweater a una mujer que es un gran personaje de algún libro de una escritora francesa, que estoy segura que lo usará más veces de las que yo planeo en al menos una década. 

Los últimos meses del año pasado, comencé varios libros, que tienen un lápiz donde los dejé y están en la bolsa de la laptop, la que me llevo a casa de A., los que se acumulan en la mesita de noche y en la otra, sin olvidar el que está en la tote bag que uso cuando salgo al parque. 

Todavía no los retomo, pero ya comencé otro que comienza así “Fina llovizna trémula caía en las calles que bullían de pena. En alguna pared se leía un insulto; el último.” (Aurora  Venturini) 

Joya que estremece. 

A veces, los ajustes que necesitamos puede ser desde dejar el negro -por al menos un día- y usar el suéter mas colorido, pero de tu papá y repetir no pasó nada, no pasó nada, no pasó nada…