Asesinaron a la abuela Lupe. Apareció atravesada con una azadó en una zanja una mañana. Todo el pueblo sabía que era bruja. Vivía sola desde hacía más de 30 años. Era de las malas, pero a nosotras nos quería, aunque dicen que las brujas no quieren a nadie, porque ya le vendieron su alma al diablo. Pero nosotras somos sus nietas y siempre la visitamos en verano, cuando mi mamá aprovechaba para llevarnos de la ciudad al campo. La familia tenía unos caballos y nosotras éramos libres cabalgando. Todas teníamos el cabello larguísimo hasta la cintura. Eso nos hacía parecidas. Siempre nos recibía en su patio. Ahí sacaba unas sillas y una mesa y nos daba café con galletas duras. La libertad del campo, las estrellas y el verde del paisaje no era lo único que recordamos de ir a visitar a la abuela. Un día nos escabullimos dentro de su casa, era una casa de un solo piso y estaba oscura, las cortinas eran pesadísimas, tenía colgadas ramas de hierbas secas por todos lados y olía a bruja.
Todavía en el pueblo se acuerdan de mi abuela Lupe, dicen que tenía varios muertos en su haber.
Aquella mañana alrededor de las 10 llegó la policía a arrestar al hijo del señor Pedro, los dos eran campesinos que estaban surcando un huerto antes de que comenzara la época de lluvía. En el campo la gente comienza a eso de las cuatro de la madrugada la jornada. Uno se levanta, toma café negro y pan y sale al campo a arar, a cosechar y a aprovechar que el sol aún no hace hervir la cabeza; es más, la mitad del tiempo se está a oscuras. Luego, uno regresa a almorzar como lo manda dios.
El muchacho atónito, bañado en lágrimas le intentó explicar a la policía que él no había matado a la viejecita, sino que le había dado con todas sus fuerzas a una serpiente que estaba ahí cuando ellos estaban trabajando en el surco.Y así fue como el pobre hijo del señor Pedro con un azadón partió en dos a la bruja Lupe. El comandante del pueblo escuchó atentamente, y a pesar de que al igual que todos, sabía que mi abuela era bruja y de las malas y que cargaba varios muertos, tuvo que llevárselo preso, porque la ley de los hombres no ha contemplado aún las transformaciones o las vestiduras de los que poseen esas habilidades.
Yo creo que mi abuela salía a pasear de noche convertida en serpiente y malora cuando se le hizo tarde y no regresó antes del amanecer que el hijo de pobre Pedro la partió en dos.