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Constanza

Buscando a Beatriz

Hace poco tuve que releer la vida de Beatriz o más bien lo que alguien escribió sobre Beatriz. Una niña beata o al menos así lo fue en la mente de alguien. ¿Quién sería Beatriz en estos días? Si seguimos la narración original la niña ahora mujer seguiría siendo un ser inalcanzable, angelical, capaz de otorgar o quitarle la vida a quien sea que fuera tocado con su mirada. 

Si abordamos la misma pregunta fuera de la narración original, pero apegados a lo que dice la historia, en realidad no sabemos casi nada de ella. Sabemos que fue una mujer que llegó a casarse y que también una de ellas llevaba el nombre de la hija del escritor medieval.

¿Cómo sería ella en nuestros días? Me pregunto al salir a comprar. Quizás se habría presentado con su propio nombre: Beatrice, con ch, por favor. Quizás le estorbaría el corpiño y las faldas largas con las que el escritor una vez la presentó. El tono de su vestido que una vez fuera rojizo sería ahora un blanco que llevaría ya muy manchado y sería una asidua al líquido quita manchas, quizás habría optado por un tono marfil, aunque se alejara un poco de la idea original de pureza. Una idea por cierto algo ya inalcanzable ¿quién podría mantener en la mente la idea de permanecer puro? 

Apuro el paso porque se ve que va a llover, entro al súper y sigo imaginando. Ahora es una Beatriz de pelo negro que busca esconder un poco sus canas así que busca entre los tintes un tono que no se aleje tanto de lo que alguna vez en aquellas páginas fue color oro. Imposible alcanzarlo en estos días. Camino un poco más y veo de nuevo a otra Beatriz, ahora lleva unos pantalones rotos a propósito y unas sandalias que dejan ver sus pies un poco maltratados, pero con las uñas de color naranja. Pareciera que los clichés angelicales no están ya por ningún lado más que en lo que alguien imaginó alguna vez sobre cómo debería ser su Beatriz.