Recuerdo a un médico al que fuimos a ver para mi hermana menor en París. Vine como asistente de viaje y también como traductora de mi madre por si había algo que ella no podía entender. Ese día no era yo quien iba al médico, así que se suponía que no debía hablarse de mí de ninguna manera.
Tengo esta imagen de mí misma yendo varias veces al baño del hospital para dejar fluir mis lágrimas calientes de la después de una humillación pública en la sala de espera.
No recuerdo exactamente las palabras que me dijo el doctor. Pero me habló de tal manera que me sentí la peor persona del mundo por mi apariencia.
El doctor no me conocía, no sabia nada de mi dieta ni nada sobre mí, pero su bata blanca le dio el poder de socavar la frágil confianza que tenía en mí misma.
Hasta el día de hoy, recuerdo lo emotivo que fue. Probablemente porque pasé de un estado de niña feliz a un estado de vergüenza en una fracción de segundo. Este maldito doctor apagó la luz que quemaba en mi corazón.
En mis recuerdos, mi madre estaba del lado del médico o al menos nunca dijo nada.
Creo que la razón por la que rompí a llorar fue cuando mi madre dijo algo como
-deberías escuchar al médico si no quieres explotar o convertirte en una patata-
Mi madre no domina el francés, pero claramente domina un lenguaje hiriente y vergonzoso.
Recuerdo el sentimiento de culpa y la sensación de que la estaba avergonzando por tener el aspecto que yo tenía. Nadie trató de animarme después de que este médico me avergonzara violentamente en frente de todas la personas en la sala de espera.
No merecía ser tratada de esta manera por un hombre adulto que creía que mí grasa era blanco para menospreciarme.
Hasta el día de hoy, he estado luchando con mi peso. Nunca me sentí 100 por ciento segura de mi cuerpo.
Estoy realmente enojada con los trabajadores de la salud por su gordofobia y sus comentarios hirientes y no solicitados hacia mí mientras crecí.
Prefirieron que pusiera en riesgo mi salud antes que quedarme como una persona gorda y saludable. Las cirugías que te ofrecen para adelgazar son peligrosas y no siempre exitosas.
Mi última terapeuta me dijo que quererme como soy ahora es como aceptar que no voy a perder el peso extra. Por supuesto, ella no niega que tengo valor solo por respirar, pero todavía me dijo que fallaré si no pierdo peso. Como si estar delgada fuera un éxito en sí mismo. Pero ella es humana y su gordofobia se apoderó de ella cuando yo estaba cuestionando esta búsqueda de toda la vida de tratar de perder peso en lugar de simplemente amarme y seguir adelante.
El otro dia fue el día contra la obesidad, al menos en Francia y, escuché a un periodista decir, que la obesidad mata a tantas personas al año.
Lo que no está diciendo es que no es la obesidad lo que mata a la gente. No te mueres por estar gordo ¿no?
De lo contrario, todos los gordos estarían muertos.
Se olvidó de mencionar cómo los profesionales de la salud tratan a los pacientes gordos y cómo su equipo no está adaptado a nuestro cuerpo.
Mucha gente gorda se aísla tanto por cómo la sociedad los trata hasya el punto en que nunca van a ver a un médico a menos que se estén muriendo.
¿Por qué ?
Pues porque los médicos los señalan y ellos se avergüenzan y les piden que bajen de peso incluso si la consulta fue por dolor de garganta.
Esos comportamientos tienden a dejar que los pacientes obesos no sean diagnosticados por enfermedades temprano. El diagnóstico llega demasiado tarde y pues las enfermedades han avanzando.
No nos toman en serio y la única solución a nuestros problemas es “perder peso”. Quiero decir que es de conocimiento común que los pacientes con un IMC (Indice de Masa Corporal) normal nunca se enferman.
Hoy, quiero abandonar la dolorosa conquista del cuerpo aceptado en publico. Hoy quiero vivir mi vida sin miedo. No va a ser facil y sigo desaprendiendo cada dia. Estoy cansada de esconderme y hacer todo para que gente intolerante acepte mi existencia.