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Alba

Despeines

Alguna vez leí que un corte de cabello, si es drástico, implica cambios.

Desde hace un año está en crecimiento, lo cual no resultó tan fácil.

Dejé de usar shampoo y cremas de supermercado; me fui a lo orgánico y más caro, que sí tuvo un buen efecto, pero no por mucho tiempo.

El cabello creció y, así, juntos, nos enredamos.

Recurrí a técnicas del pasado: a peinarme en la ducha, a usar diferentes shampoos; incluso pensé en dejar de lavarlo, pero no, mi cabello es muy grasoso.

Consideré en comprar uno de esos peines que planchan el cabello, los vi, pero no, esa no soy yo…aún no.

Me acostumbré a su constante caída, a su desteñido naranja y a su delgadez.

Lo amarro, me lo recojo, pero también lo dejo ser; quiero que crezca y con el tiempo se haga fuerte. Con el shampoo que compré en una barata y con el peine que me recomendaste, funciona, aunque cada tanto lo tenga que limpiar, porque, a diferencia de los anteriores, éste no esconde la suciedad.

El cabello crece, mis problemas también, y así los tiño, los enredo durante el día o entre sueños, y al final sé cómo desenredarlos: cierro los ojos, batallo con los nudos, tarareo la última canción que sonaba al apagar la ducha, tiro los cabellos, y sólo me quedo con los que quieren ser.