Categorías
Constanza

Enseñanzas de Natalia Ginzburg

Natalia escribió sobre los pequeños detalles poniendo su atención en unos aburridos platillos ingleses, en casas vacías y sin rentar, en las servilletas que zurcía Dickinson mientras esperaba en el aire una respuesta que nunca llegaba; temas pequeños ocurriendo durante grandes circunstancias. 

¿Quién diría que una escritora que pone el ojo en lo sucio de los zapatos durante la Resistencia nos enseñaría cómo mirar a nuestro alrededor tan sólo unas décadas después?

Hay mucho tiempo detenido en los objetos que habíamos destinado a usar en un año en el que hoy, todos fantaseamos, estaba destinado para hacernos renacer, el 2020. 

Natalia nos hizo el favor de indicarnos que el tiempo también es duro con los objetos que nunca volteamos a ver:

la piel necesita cuidados si la lavas mucho, la mirada se pone cansada frente a la luz de la computadora, la comida construye relaciones también desde un celular y el mejor lugar para estar es dentro de las ropas más descoloridas porque son las más cómodas.

Lo cotidiano también tiene su lado complejo: el cuerpo en el que vivimos, este en donde se lleva a cabo el acto consiente, es más frágil de lo que lo considerábamos y se extingue con mayor velocidad de lo que uno romantiza. 

Leo a Natalia y no me cabe duda de que su enseñanza radica en observar que en lo pequeño el tiempo es igual de duro.