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Nofret

Brisa de pandemia

La brisa de las gotas de aquella fuente rociaba dulcemente su rostro y le recordaba a ella; le recordaba a ella mientras regaba los árboles de su amado jardín y se sentía uno de los colibríes que se acercaban a tomar un baño matutino.
Se quita el cubrebocas y toma un sorbo de su machiatto y vuelve a resonar en su memoria como un trueno aquella frase: “te estás convirtiendo en un personaje”.
-¿En quién te habías convertido? ¿Cómo pasaste de ser modesta y tímida a comportarte como un macho cabrón?- Eso se preguntaba ella mientras esperaba a una amiga a la que debía pedirle perdón por no saber domar su ira. ¿Era ella culpable de no saber cómo domarla?
Pide una Perrier y cierra los ojos para permitir que la brisa la acaricie. Puede verla claramente, ahí está ella orientándola y le recuerda que hasta hace poco no nos habían enseñado a encausar la ira. ¡Vaya, ni siquiera nos habían mostrado de qué manera debemos expresar nuestras emociones! Hasta hace bien poco todo ha sido represión. “No te enojes que no está bien que una ‘señorita’ grite”. “¿Cómo es posible que siendo tan inteligente no puedas controlar tu enojo?” ¡Cuántas
veces escuchó esas frases durante su larga adolescencia!
-Sí, te perdono, lo entiendo. Espero me perdones. También debemos
perdonarlos a ellos. Pero por favor te pido que me digas, ¿cómo me quito esta máscara?- Abre entonces los ojos y la silueta de su amiga se asoma en la esquina. ¿Acaso habrá olvidado a causa de la pandemia las reglas sociales? No hay respuesta, pero su corazón sabe que esta pandemia le arrebató la cordura.
No, no fue el virus quien se la llevó, se la llevó la pandemia… y no es lo mismo.

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Constanza

Invierno

Se acerca el invierno y con ello se desacomodan mis cabellos, voy caminando por las calles y por debajo de mis pies se oye el crujir de las hojas caídas.

El sol quema y en la sombra hace demasiado frío.

Las casas se hacen más húmedas incluso a las que les pega el sol directo.

Se encienden los calentadores, se abren las bolsas de los abrigos, se cocinan más sopas calientes.

En los puestos de revistas aparecieron los calendarios del siguiente año desde hace un par de meses, pero yo los acabo de ver. Mi cumpleaños es lo primero que se celebra después del año nuevo. Por años, el invierno, lo que para la naturaleza es resguardarse, para mí es florecer. He pasado cumpleaños con la neblina hasta abajo, pero con los ánimos hasta arriba. Este invierno será algo solitario, pero enteramente feliz.

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Alba

El aire de otoño

Lorelai Gilmore me enseñó tanto de la cultura pop y particularmente a estar muy atenta a cuando llega, al menos en nuestras coordenadas: el otoño. 

Hay un capítulo que despierta a su pareja, para salir en medio de la noche a esperar esos minutos previos de cuando llega la primera nevada, porque –según ella– huele los copos de nieve que están por caer. 

Tengo ya un par de años que estoy atenta al viento, al aire, a ese frío que es distinto al fresco, porque es cierto, hay un instante que llega y me estremezco. A la señal de cambiar los rompevientos y los abrigos ligeros, por los gruesos y sacar los suéteres de poco a poco. 

También es el momento de abastecerse de té, de sacar las colchitas para leer entre la cama y los sillones, de despedirse del pan de muerto y esperar con ansias la Rosca de Reyes (de preferencia sin frutitas). Pero más que nada es el aviso que ya pronto será Navidad y en unas semanas estaremos corriendo, así que disfrutemos del primer surazo, como dicen en mi paraíso tropical.