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Bicky Ramírez

Nadie quiere ser de Oaxaca

No escribo desde el enojo, sino desde la serenidad y a título personal.

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-Virginia, no digas tonterías. ¡Nadie quiere ser de Oaxaca!

Esa fue la frase que, en un debate trivial, un hombre exclamó cuando yo trataba de enaltecer mi lugar de origen. Desde el punto de vista de aquella persona, lo que él trataba de decir era que, las personas de Oaxaca son más propensas a sufrir discriminación,  trato que nos resta oportunidades en el ámbito laboral, económico y social.

Probablemente el sujeto tenía razón. El problema fue el tono despectivo y clasista con el que berreó su oración, derivado de la tensión que se había suscitado en el debate. No supe qué decir. Para rematar, el sujeto volvió a provocarme.

-¿Qué? ¿Te vas a quedar callada? Claro, se me olvidaba que así son las de Oaxaca.

No puedo negar que aquella mala racha la tomé muy personal. Me sentí menos. Pero eso me ha servido para posicionarme políticamente a través del reconocimiento y la aceptación de mis orígenes y lo que representa haber crecido en un territorio estigmatizado. Lamento mucho no haberle preguntado a ese sujeto: ¿Entonces de dónde se tiene que ser? O mejor dicho ¿A quién me tengo que parecer?

Posiblemente nadie quiere ser de Oaxaca porque este lugar no encaja con el discurso hegemónico: pobreza, rezago educativo, pueblos originarios, gente de piel morena que no cumple con los estándares de belleza occidental.  Y es que esa misma persona, esclavizada por sus ideologías hegemónicas, señaló que la actriz oaxaqueña Yalitza Aparicio, no era bonita. 

Aunque no lo expresaba, por algún tiempo me sentí avergonzada de mi lugar de origen. Pero aquella frase dicha por ese hombre Cis me ha motivado a buscar las herramientas para empoderarme con un discurso en donde, se redefina el concepto de belleza, el cual muchas veces está ligado a la idea de perfección. Que entre lo blanco y lo negro, estamos las morenas: las cafecitas.

Desde mi trinchera, como mujer oaxaqueña, morena, que vive al día, hago lo posible por luchar contra el discurso opresor, hegemónico, racista y clasista. Como primer paso, he dejado de oprimir a mi cuerpo, aunque a veces es difícil no pensar en banalidades como el querer un trasero grande, dejar de comer por miedo a engordar, reprocharme por mi nariz chata o por no tener un “perfil griego”.

Ahora pongo más atención en todo lo que he logrado, porque este cuerpo discriminado, cafecito, pequeño y oaxaqueño se ha logrado sacar adelante e incluso, ha logrado ayudar a otras personas. Entonces me digo que sí quiero ser de Oaxaca, porque soy aguerrida, fuerte, “chillona pero chingona”, guapa, inteligente, alegre y necia.

Las de Oaxaca no somos mujeres bailando en la primera quincena del mes de julio con canastas en la cabeza, ni mujeres postradas en una cocina. Somos más que folklore paternalista. Somos unas guerreras invisibilizadas, y estamos saliendo, una a una. Las oaxaqueñas no estamos de moda, lo que pasa es que nos estamos rebelando. A paso lento, pero seguro. Perdonando, pero jamás olvidando. Sí, las oaxaqueñas somos amables, pero sabemos poner límites, porque si algo no nos gusta, colocamos barricadas, cerramos calles, nos damos la media vuelta y seguimos con nuestra lucha. Y que arda lo que tenga que arder.

A mi mamá, hermana, primas, tías, amigas y conocidas oaxaqueñas y a las que no son oaxaqueñas, pero sí son cafecitas. Que nada ni nadie nos detenga, que nada ni nadie nos oprima. Que ningún hombre nos venga a decir en qué momento debemos reír, en qué momento tenemos que enojarnos, o cuándo debemos dejar de llorar. Que nadie nos diga lo que tenemos qué hacer ni cómo debemos ser. Que nadie nos humille por nuestro género, por nuestros errores, por nuestras cuerpas o por nuestro lugar de origen. Que, si algo nos molesta, tengamos el poder de decir ¡NO!

Soy chiquita de estatura, compacta, cafecita, aterciopelada, hermosa, luchadora e independiente.  Soy una mujer del sur y…¡qué bueno que me tocó ser de Oaxaca!

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Alba Miranda

La vida desde adentro

Es curioso como a partir de la pandemia varias marcas crearon el concepto de ropa para estar en casa e incluso llegué a revisar el tipo de tela, qué tan suavecita o fresca podría ser, ya que comenzamos a vivir más desde nuestros cuartos, salas, comedores, cocinas, clósets y baños, la vida desde adentro.

Reunirnos con amigas en nuestras casas se hizo una actividad más íntima, donde no había horarios, días y menos la ropa “para salir”, simplemente íbamos a casa de una amiga a echar el chal a gusto, sin mayores pretensiones que a lo mucho una foto de elevador.

Y fue en sus lugares de diario donde encontré pequeños metros cuadrados para hablar, reír, comer con las manos, llorar, acariciar perros, decirles hola a los gatos y lo más importante: sentirme segura.

Estos espacios se reducen a una barra de una cocina, con el mejor café de Xalapa y unas galletas rosas esponjosas; a una mesa tan suave y perfecta que todo lo que se sirve para comer es un manjar; un sillón de dos perras territoriales que me comparten su más preciado espacio y la silla de jardín de mi balcón que invita a escuchar.

Sentirse segura, incluso dentro de nuestras casas, es una fortuna y si a eso le aumentamos que podemos contar con los dedos de una mano otros lugares, es un privilegio del cual todas deberíamos de gozar, tanto dentro como por fuera y más ahora que las jacarandas nos recuerdan que tenemos que salir y seguir la lucha. 

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Yair Guerrero

Una carta para Tres de Leila

A lo largo de mis años como lector de las cartas del Tarot, concluyo que dos son mis cartas favoritas: los árcanos mayores La Emperatriz y El Mundo. Independientemente de lo que representa cada carta, son a mi gusto, de las más bellas del mazo. Ambos árcanos están gobernados por el número 3, en La Emperatriz es su número titular y en El Mundo es el resultado de la suma del número que ocupa en la baraja, el 21. Cuando me enteré del arranque de Tres de Leila, inmediatamente recordé ambas cartas, tal vez haciendo encajar elementos para convencerme de alguna mágica coincidencia. Resulta que los dos árcanos cuentan con una fuerte presencia femenina, tal y como sucede con Tres de Leila. Es más, tanto la Emperatriz como El Mundo contienen dentro de sus símbolos, aquellos que se refieren al poder creativo (una cualidad femenina, dicho sea de paso) lo que se ha ido confirmando semana a semana.

Ahora que redacto estas líneas, pienso en la palabra “Leila” ¿Será acaso una flor? ¿Se referirá a Leila Guerriero, destacada periodista que seguramente tiene la admiración de quieres fundaron este proyecto? Leila, según la RAE (consultada vía Google, obviamente) es una fiesta o baile nocturno, esta definición me remite ahora al arcano menor 3 de Copas, carta que significa fiesta y reuniones alegres. Es en el Tarot Rider-Waite donde mejor se ilustra el sentido del 3 de Copas, tres mujeres danzando y brindando. Quizás me estoy esmerando demasiado para encontrarle un sentido místico a Tres de Leila, cosa que no se me pidió pero se me hizo un ejercicio interesante aunque acepto que tiene el riesgo de verse forzado.

Lo que si se me pidió fue que hiciera una consulta para conocer a través de los arcanos que le espera a Tres de Leila. No ejecuto una lectura extensa, sólo un arcano mayor habló.

La Justicia

Es muy probable que este nuevo año se apliquen estrategias que le den solidez al proyecto, es decir, aunque el sentido de Tres de Leila es dar rienda suelta a la creatividad, esta tiene que tener una misión específica. Quizás se confirme su labor como espacio para dar a conocer nuevos talentos y con ellos se afiance la colaboración con instituciones que apoyen ese propósito. La Justicia es la carta más alejada de la creatividad pero si es la que le da sentido a aquello que pareciera no tenerlo. También discrimina entre lo que es viable realizar en el mundo material de la mera fantasía. Por cierto, la Justicia está representada por una mujer, así que la presencia femenina estará más que presente en Tres de Leila.

Ahora, que si quieres tú, lector una lectura completa para ti, contáctame en mi whatsapp:

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